26.03.2008
Cuando María Pérez nos presentó a José Luis de Vicente como un investigador cultural que desarrolla proyectos sobre innovación. creatividad, tecnología y cultura, que trabaja habitualmente con organizaciones como Sónar, ArtFutura, OFFF, CCCB, Medialab-Prado, y FAD, y como uno de los editores del blog Elástico.net me quedé impresionado. No por su currículo, pues con el nivel de las Potencias Críticas de ZEMOS9810a no me podía esperar menos, sino por el título de su profesión: Investigador cultural. Qué bien suena.
Comenzó José Luis su ponencia, y he decir que no le quedó grande un título tan bien sonante como el de Investigador cultural.
Siguiendo el meme ¿Dónde estabas tú en 1998? lanzado por el colectivo ZEMOS98 José Luis nos contó cómo por aquella época el Art Futura indujo en él un interés desmedido (como si algo así pudiera medirse) por la tecnoutopía. Se acercó a la cibercultura californiana, atraído por una contracultura, pues así era tomada la cultura digital. En aquel contexto nació el término ciberespacio, un nuevo espacio, o multitud de ellos, cuya exitencia atiende a nuestra creatividad que nos ofrece nuevas identidades, y en definitiva la posibilidad de construir una(s) sociedad comunal, y cumplir así el sueño hippie, heredado por este nuevo movimiento que era la cibercultura Californiana.
Regresando al futuro, De Vicente ve que algunas vuelven, ve a la red como un paradigma que encarna la posibilidad de una sociedad verdaderamente democrática. Nos encontramos con la utopía wikipédica y bloguera en la que el conocimiento es libre y al alcance de todos, y en la que cualquiera puede ser emisor de contenidos, no sólo receptor, cualquiera puede ser todo un medio de comunicación.
En este momento de entusiasmo, sí, José Luis nos hizo entusiasmarnos, nos golpea, aunque debería hablar por mí solo (que la totalidad de la heterogénea audiencia aplaudiese muy cálidamente al final de la conferencia no quiere decir que los demás no estuviesen pensando en hombres y mujeres desnudos mientras yo estaba entusiasmado reclamando la independencia del ciberespacio junto a John Perry Barlow). Como decía, en ese momento de entusiasmo nos golpea el ahistoricismo con el que muchas veces los mass media nos venden la moto de que los mundos virtuales acaban de nacer, y que nos ofrecen ilimitadas posibilidades de acción e interacción (en este caso y sólo en este caso, ilimitadas ha de entenderse como “que hacen falta más de dos manos para contarlas”).
Un jarro de agua fría sí, pero se suavizó cuando me enteré de que Neo en Matrix tuvo que sufrir mucho más que yo para llegar a conocer que las utopías son inherentes al sistema, por lo que no tildaré a José Luis de Vicente de ser un investigador cultural cruel.
En este punto José Luis hace una revisión crítica de la tecnología, y del tecno-determinismo. Nos invita a no ver la tecnología como algo revolucionario, pues no es una “cuenta nueva” que surge tras un borrón revolucionario. Ya existían medios de comunicación fascinantes antes del nacimiento de los ciberespacios y de internet, y no nos condujeron a cumplir la utopía que esos medios sugirieron.
Además, vivimos en una sociedad escéptica, en la que no le da buena prensa a las utopías. Y es que el presente es un de los futuros que nuestro pasado tiene, y es reflejo, o quizás deformación de las utopías que tuvimos, o quizás es una distopía.
Parece que nos está costando mucho crear nuevas utopías, tal vez seamos demasiado escépticos, ya no nos gusta imaginarnos un futuro ideal, o no nos arriesgamos a hacerlo.
Ante este panorama, Vicente nos dice que lo que está en crisis no es la imaginación utópica, sino el tecnodeterminismo, y nos sugiere seguir teniendo sueños utópicos, y a partir de ellos hacer ingeniería inversa del futuro ideal, hacer que la utopía sea un vehículo para crear planes de un futuro deseable.
“Aquellos que olvidan su futuro están condenados a repetirlo”