Satellite secrets: entre espiar y soñar

28.03.2008

José Pérez de Lama nos presenta a Lisa Parks, Doctora y profesora asociada de Film & Media Studies en la Universidad de California-Santa Barbara, y afiliada al departamento de Art and Women’s Studies. Su investigación aborda el uso de la tecnología aplicada en satélites, ordenadores y en la televisión en un contexto transnacional.
Autora de Cultures in Orbit: Satellites and the Televisual, co-autora de Planet TV: A Global Television Reader y co-editora de Undead TV: Essays on Buffy the Vampire Slayer. Es también coproductora de proyectos de media art como Experiments in Satellite Media, Loom, Postwar Footprints y Roaming. Y nos la presenta como alguien posicionado de una forma no determinista con respecto a la tecnología. Nos dice que somos responsables de nuestras extensiones, entendiendo a la tecnología como una de ellas.

En esa línea activista Lisa nos empieza a hablar sobre el gran desconocimiento que el público en general tiene sobre los satélites. Nos invita a conocer más sobre ellos, sus nombres , sus huellas y su historia, a hacerlos visibles, parte de nuestra cultura. Y a lo largo de su charla consigue contagiarnos su entusiasmo por estos artilugios y todo lo que les rodea, que como vimos, no es poco.
Estudiando los mapas de huellas de los satélites podemos encontrar vastísima información, en cuanto a historia, flujos de migración, interacción entre diversas geográficas, etc.
Tras presentarnos los once satélites españoles pasa a contarnos como en los sesenta empezaron a utilizarse los satélites con fines de espionaje militar, y que fueron pieza clave en la guerra fría, destacando el ambicioso Corona Project norteamericano.

Más tarde, en los 80 y 90 los grandes proyectos relacionados con satélites pasan a manos privadas, a parte de a multiplicarse.

Llegamos a una situación en la que la total superficie del planeta puede ser fotografiada desde varios satélites, con un nivel de detalle increíble, y muchas zonas son de hecho fotografiadas varias veces al día. Hay una vasta cantidad de imágenes tomadas, pero no son fáciles de interpretar. A esa dificultad han echado la culpa los ejércitos de las grandes potencias en ocasiones en las que imágenes obtenidas desde satélites han aportado pruebas de guerras, exterminios, refugiados, etc., de situaciones que en definitiva requerían una reacción urgente. En otras ocasiones esas imágenes han sido utilizadas como prueba y pretexto para la acción militar (guerra de Iraq) y la interpretación de dichas imágenes ha despertado fuertes controversias.

Nos encontramos pues en una situación en la que la privacidad está en entredicho, en la que la seguridad de algunas naciones se encuentra afectada, y en la que las imágenes tomadas por los satélites no forman parte del dominio público.
A través de internet, se pueden comprar imágenes de los satélites, incluso navegar por mosaicos de imágenes de la superficie terrestre tomadas desde diversos satélites, pero no tener información actualizada de cuando y desde donde son tomadas esas fotografías. Satélites controlados por agencias estatales no son accesibles para los ciudadanos que con sus impuestos los pagan, y además hay compañías privadas en posesión, y enriqueciendo con imágenes que toman sin permiso de los fotografiados. Por eso un mayor interés de la ciudadanía en cuanto a los satélites podría significar un cambio notable en esa situación.

Lisa hizo un recorrido a lo largo de los activistas satelitales más destacados o llamativos, mostrandonos proyectos que desde mediados de los setenta buscan usos para los satélites con fines estéticos y para abrir nuevas formas de relacionarnos. De nuevo en las Potencias Críticas se habla del arte como creador de nuevas vías, que abre cuestiones y además da respuestas.

A través de las imágenes de los satélites podemos obtener una imagen de la historia, todo un campo para la investigación. Siguiendo modelos como el del software libre, de trabajo en red, la interpretación de la iconografía de las imágenes obtenidas por los satélites podría desarrollarse enormemente. Pero nos encontramos con un espacio orbital privado, y con el secretismo de los gobiernos, que dificultan lo que podría ser una imagen de la historia en el dominio público. Y no sería este el único uso de esta tecnología tan maravillosa y que tanto invita a soñar como son los satélites, y que los artistas y activistas nos proponen.

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