Arte Modificado Genéticamente

26.03.2008

Presentada por José Luis de Vicente, Régine Debatty enseguida nos introduce en el mundo de la biotecnología y el arte, abriendo la visión que muchas veces se tiene de la tecnología como algo limitado a los aparatos que nos encontramos cada día, que están ahí, ya hechos. Nos hace pensar en las tecnologías emergentes.

Comenzamos viendo como el cuerpo humano lleva tiempo siendo modificado por motivos artísticos, o por simple insatisfacción, durante mucho tiempo, y ha venido siendo hecho por diferentes culturas. Desde el uso de corsés, a los tatuajes, anillados y perforarciones, implantes de silicona, transformaciones a lo Michael Jackson, hasta aquellos que se inyectan Synthol para abultar sus músculos logrando el denominado efecto Popeye. Y más allá, el ejemplo de quienes se implantan chips bajo la piel, que facilitan muchas tareas cotidianas, y hacen surgir nuevas formas de intimar, como la pareja de novios con chips implantados en los que comparten sus claves de acceso al ordenador. Para éstos lo malo es que la tecnología se desarrolla muy deprisa, pero también se queda anticuada muy rápidamente, y tener implantado un chip de hace cinco años sería un síntoma de envejecimiento mucho más acentuado que unas arrugas en la piel.
Vemos también el caso de aquellos que se implantan imanes en un dedo. Puede resultar divertido jugar con objetos metálicos si tienes un dedo-imán, pero también se ampliaría tu espectro sensorial, pudiendo detectar campos magnéticos y el paso de corriente eléctrica, cosas que con la vista y el olfato no alcanzamos a percibir.
Régine llama nuestra atención sobre estos nuevos poderes que conseguimos gracias a las biotecnologías, que podrían hacer parecer un superhéroe de cómic a alguien resistente a muchas enfermedades (por el hecho de estar vacunado), que no necesita descansar en cuarenta horas (si toma Provigil) y tiene una vista superdesarrollada (gracias a una intervención Lasik.

Pero no acaba aquí la feria de maravillas, en la prensa podemos oír hablar sobre cerdos transgénicos que producen Omega3 como si de atunes se tratase, o de un cerebro artificial construido con neuronas de rata que es capaz de pilotar un avión. Y no es ciencia ficción. Todas estas novedades llevan consigo muchas implicaciones, en lo ético, lo político, en la cultura y en muchos otros ámbitos; hay mucho que discutir, y a Régine no le parece fácil hablar de ello estas creaciones y descubrimientos se hacen con las puertas de los laboratorios cerradas herméticamente, y cuando esos laboratorios pertenecen a grandes corporaciones y los más poderosos ejércitos, por lo que nos propone ver al arte como el agente que abre las cuestiones que las puertas de los laboratorios cierran.

Y ya que nos ha propuesto abordar las implicaciones de la biotecnología en los diversos aspectos de nuestra vida, Régine nos muestra algunos ejemplos de creaciones artísticas, y de debate abierto a través del arte. Así vemos una chaqueta de cuero para cuya elaboración no hace falta que sufra ningún animal, una chaqueta de cuero sin víctimas, y vemos el paralelismo que hay entre el contexto en el que surgían los primeros discursos feministas y el discurso especista de Peter Singer. Paralelismo que Régine hace extensivo a robots y humanos, y nos hace ver lo vibrante de nuestro momento, en el que la definición de hombre está en crisis.
Vemos también la creación de nuevos organismos en laboratorios de hospitales, de ejércitos, de grandes farmacéuticas y de artistas, nuevas formas de vida que escapan a la taxonomía científica seguidora de Linneo, y que estos nuevos organismos no se clasifican y almacenan en museos, no es sólo nueva la creación, sino la manera de difundirla.
Como nuevo ejemplo de cuestiones abiertas por el arte, Régine nos habla de los xenotransplantes, de cómo se crían cerdos para obtener de ellos órganos transplantables a humanos. Diversos artistas se han fijado en ello, y han predicho una nueva relación entre el hombre y sus Mascotas Utilitarias, a las que se cuidaría de otra forma diferente, y que serían nuevas consumidoras de nuevas productos, como el oinkfono, o un televisor que se encienda golpeándolo con el hocico y emita imágenes estimulantes o placenteras para estas nuevas mascotas.
También variaría nuestra relación con los aparatos que utilizamos cotidianamente si los alimentásemos ya no con baterías sino con alimentos biológicos... (no quiero imaginarme dando de mamar a mi ordenador portátil!).

En definitiva Régine nos dice que gracias a los bioartistas se nos hace más tangible aquello que se nos avecina, y no tenemos tiempo para asimilar.

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